lunes, 16 de febrero de 2015

VIEJA LUNA

Me protegen tus brazos del invierno.
Bajo su amparo tierno
Dejo pasar las horas en letargo
Triste y largo.

Siento que toda cosa me es amada,
Que de la claridad estoy acompañada.
Amo hasta el mal que hiere:
¡Piedad para el que muere!


Alfonsina Storni.

DULCE Y SOMBRÍO

¿Dónde estás ahora? Eras tan dulce, niño
De los cabellos rubios y los ojos de acero...
Niño que a pesar mío fuiste mi prisionero,
¡Oh, mi pálido niño!

Tan humilde era el beso que besaba mis plantas,
Con tan honda delicia, con tan límpida queja,
Que a medida que el tiempo va pasando y se aleja
Lo desean mis plantas.

Te quedabas callado en las tardes de oro
Cuando un libro en las manos nos ponía tristeza,
Y luego en mis rodillas caída tu cabeza
Como un copo de oro.

Entonces de tu alma ascendían perfumes
Hasta el alma cansada que agobiaba mi pecho...
¡Oh, tu alma... tan fresca como rama de helecho!
Ascendía en perfumes.

Niño que yo adoraba... Oh tus lágrimas blancas
Que regaban copiosas la palabra imposible,
Fui tu hermana discreta, niño triste y sensible
De las lágrimas blancas.

Como a ti no amé a nadie, niño dulce y sombrío
Que lloraste en mis brazos mi desvío prudente.
Te amará mi recuerdo inacabablemente,
Niño dulce y sombrío.

Alfonsina Storni.


EL DIVINO AMOR

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
Te ando buscando, amor que te mezquinas,
Me aguzo por saber si me adivinas,
Me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,
Se han aquietado sobre un haz de espinas;
Sangran mis carnes gotas purpurinas
Porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,
Que a veces bastan unos pocos sueños
Para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras
Trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.


Alfonsina Storni.


domingo, 15 de febrero de 2015

PAZ

Vamos hacia los árboles... El sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.

Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.


Alfonsina Storni.


PESO ANCESTRAL

Tú me dijiste: no lloró mi padre;
Tú me dijiste: no lloró mi abuelo;
No han llorado los hombres de mi raza,
Eran de acero.

Así diciendo te brotó una lágrima
Y me cayó en la boca... Más veneno
Yo no he bebido nunca en otro vaso
Así pequeño.

Débil mujer, pobre mujer que entiende,
Dolor de siglos conocí al beberlo;
Oh, el alma mía soportar no puede
Todo su peso.


Alfonsina Storni.



DATE A VOLAR

Anda, date a volar, hazte una abeja,
En el jardín florecen amapolas,
Y el néctar fino colma las corolas;
Mañana el alma tuya estará vieja.

Anda, suelta a volar, hazte paloma,
Recorre el bosque y picotea granos,
Come migajas en distintas manos,
La pulpa muerde en fragante poma.

Anda, date a volar, sé golondrina,
Busca la playa de los soles de oro,
Gusta la primavera y su tesoro,
La primavera es única y divina.

Mueres de sed: no he de oprimirte tanto...
Anda, camina por el mundo, sabe;
Dispuesta sobre el mar está tu nave:
Date a bogar hacia el mejor encanto.

Corre, camina más, es poco aquello...
Aún quedan cosas que tu mano anhela,
Corre, camina, gira, sube y vuela:
Gústalo todo porque todo es bello.

Echa a volar... mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida... el corazón se apene...
Date a volar, Amor, yo te comprendo.

Callada el alma... el corazón partido,
Suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.

Para que tanta sed bebiendo cures
Hay numerosas sendas para ti...
Pero se hace la noche, no te apures...
Todas traen a mí...


Alfonsina Storni.

SUBCONCIENCIA

Has hablado, has hablado y me he dormido,
Pero duermo y no duermo, porque siento
Que estoy bajo el supremo pensamiento:
Vivo, viviré siempre y he vivido.

Has hablado, has hablado y he caído
En un marasmo... cede hasta el aliento.
Tiempo atrás, en las sombras, me he perdido:
Estoy ciega. No tengo sentimiento.

Como el espacio soy, como el vacío,
Es una sombra todo el cuerpo mío
Y puedo como el humo levantarme:

Oigo soplos etéreos... sobrehumanos...
Sujétame a la tierra con tus manos,
Que si el viento se mueve ha de llevarme.

Alfonsina Storni.


EL HOMBRE SOMBRÍO

Altivo ése que pasa, miradlo al hombre mío.
En sus manos se advierten orígenes preclaros.
No le miréis la boca porque podéis quemaros,
No le miréis los ojos, pues moriréis de frío.

Cuando va por los llanos tiembla el cauce del río,
Las sombras de los bosques se convierten en claros,
Y al cruzarlos, soberbio, jugueteando a disparos,
Las fieras se acurrucan bajo su aire sombrío.

Ama a muchas mujeres, no domina su suerte,
En una primavera lo alcanzará la muerte
Coronado de pámpanos, entre vinos y fruta.

Mas mi mano amiga, que destrona sus galas,
Donde aceros tenía le mueve un brote de alas
Y llora como el niño que ha extraviado la ruta.


Alfonsina Storni.


ESPERA

He de darte las manos, espera, todavía
Está llena la tierra del murmullo del día.
La bóveda celeste no deja ver ninguna
De sus estrellas... duerme en los cielos de luna.

He de darte las manos, pero aguarda, que ahora
Todo piensa y trabaja -la vida es previsora-
Pero el corazón mío se esconde solitario,
Desconsolado y triste por el bullicio diario.

Hace falta que todo lo que se mueve cobre
Una vaga pereza, que el esfuerzo zozobre,
Que caiga sobre el mundo un tranquilo descanso,
Un medio todo dulce, consolador y manso.

Espera... dulcemente, balsámica de calma,
Se llegará la noche, yo te daré las manos,
Pero ahora lo impiden esos ruidos mundanos;
Hay luz en demasía, no puedo verte el alma.


Alfonsina Storni.


HOMBRE PEQUEÑITO

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
Ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
Ábreme la jaula que quiero escapar;
Hombre pequeñito, te amé media hora.
No me pidas más.


Alfonsina Storni.


ALLÁ EN EL CENTRO DEL MAR

Allá en el centro del mar, allá en los confines
Donde nacen los vientos, donde el sol
Sobre las aguas doradas se demora;
Allá en el espacio de fuentes y verdor,
De mansos animales, de tierra virgen,
Donde cantan las aves naturales:
Amor mío, mi isla descubierta,
Es de lejos, de la vida naufragada,
Que descanso en las playas de tu vientre,
Mientras lentamente las manos del viento,
Pasando sobre el pecho y las colinas,
Alzan olas de fuego en movimiento.

José Saramago.


HORA

Voy por el camino extendido, bajo la luz difusa
Del largo amanecer: el sol no falta
Al encuentro fijado en el silencio
De la noche que se aparta.
La certeza del sol, la madrugada,
Mi cuerpo de tierra, descubierto
En esta rosa dorada que de la muerte
Trae la vida tan cerca.

José Saramago.


AQUÍ LA PIEDRA CAE

Aquí la piedra cae con sonido distinto
Porque el agua es más densa, porque el fondo
Se asienta firmemente en los arcos
Del horno de la tierra.
Aquí se refleja el sol y roza la superficie
Una rojiza canción que el viento esparce.
Desnudos, en la orilla, encendemos convulsos
La hoguera más alta.
Nacen aves en el cielo, los peces brillan,
Toda la sombra se fue, ¿qué más nos falta?

José Saramago.


NOCHE BLANCA

Sirio brilla en lo alto. Sobre el río
El silencio del fondo se difunde.
Las columnas doradas que sostienen
La tierra luminosa, como estatuas sagradas,
Son llamaradas de agua.
Dos sombras perdidas en la hoguera,
Dos murmullos de pena.
Esta hora es nocturna y verdadera:
Sirio juzga desde lo alto, mientras las sombras,
Entre asombro y miseria confundidas,
Se callan para oír en las aguas serenas
La palabra y el canto.

José Saramago.

jueves, 12 de febrero de 2015

BAJO TUS MIRADAS

Es bajo tus miradas donde nunca zozobro;
Es bajo tus miradas tranquila donde cobro
Propiedades de agua; donde río, parlera,
cubriéndome de flores como la enredadera.

Es bajo tus miradas azules donde sobro
Para el duelo; despierto sueños nuevos y obro
Con tales esperanzas, que parece me hubiera
Un deseo exquisito dictado Primavera:

Tener el alma fresca, limpia; ser como el lino
Que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino
Secreto de la risa; que la boca bermeja
Persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte,
¡Y libe en la corola suprema de la Muerte
Con su última abeja!


Alfonsina Storni.

SILENCIO

Un día estaré muerta, blanca como la nieve,
Dulce como los sueños en la tarde que llueve.

Un día estaré muerta, fría como la piedra,
Quieta como el olvido, triste como la hiedra.

Un día habré logrado el sueño vespertino,
El sueño bien amado donde acaba el camino.

Un día habré dormido con un sueño tan largo
Que ni tus besos puedan avivar el letargo.

Un día estaré sola, como está la montaña
Entre el lago desierto y el mar que la baña.

Será una tarde llena de dulzuras celestes,
Con pájaros que callan, con tréboles agrestes.

La primavera rosa, como un labio de infante,
Entrará por las puertas con su aliento fragante.

La primavera rosa me pondrá en las mejillas
- ¡La primavera rosa! - dos rosas amarillas...

La primavera dulce, la que me puso rosas
Encarnadas y blancas en las manos sedosas.

La primavera dulce que me enseñara a amarte,
La primavera misma que me ayudó a lograrte.

¡Oh la tarde postrera que imagino yo muerta
Como ciudad en ruinas, milenaria y desierta!

¡Oh la tarde como esos silencios de laguna
Amarillos y quietos bajo el rayo de luna!

¡Oh la tarde embriagada de armonía perfecta:
¡Cuán amarga es la vida! Y la muerte ¡qué recta!

La muerte justiciera que nos lleva al olvido
Como el pájaro errante lo acogen en el nido...

Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora,
La luz azul celeste de la última hora.

Una luz tamizada que bajando del cielo
Me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo.

Una luz tamizada que ha de cubrirme toda
Con su velo impalpable como un velo de boda.

Una luz que en el alma musitará despacio:
La vida es una cueva, la muerte es el espacio.

Y que ha de deshacerme en calma lenta y suma
Como en la playa de oro se deshace la espuma.

Oh, silencio, silencio... esta tarde es la tarde
En que la sangre mía ya no corre ni arde.

Oh, silencio, silencio... en torno de mi cama
Tu boca bien amada dulcemente me llama.

Oh, silencio, silencio, que tus besos sin ecos
Se pierden en mi alma temblorosos y secos.

Oh, silencio, silencio, que la tarde se alarga
Y pone sus tristezas en tú lágrima amarga.

Oh, silencio, silencio, que se callen las aves.
Se adormecen las flores, se detienen las naves.

Oh, silencio, silencio, que una estrella ha caído
Dulcemente a la tierra, dulcemente y sin ruido.

Oh, silencio, silencio, que la noche se allega
Y en mi lecho se esconde, susurra, gime y ruega.

Oh, silencio, silencio... que el Silencio me toca.
Y me pega los ojos, y me apaga la boca.

Oh, silencio, silencio... que la calma destilan
Mis manos cuyos dedos lentamente se afilan...


Alfonsina Storni.





lunes, 9 de febrero de 2015

¡OH, TÚ!

Oh tú, que me subyugas. ¿Por qué has llegado tarde?
¿Por qué has venido ahora cuando el alma no arde,
Cuando rosas no tengo para hacerte con ellas
Una alegre guirnalda salpicada de estrellas?

Oh, tú, de la palabra dulce como el murmullo
Del agua de la fuente, dulce como el arrullo
De la torcaza, dulce como besos dormidos
Sobre dos manos pálidas protectoras de nidos.

Oh tú, que con tus manos puedes tomar mi testa
Y hacerle brotar flores como un árbol en fiesta
Y hacer que entre mis labios se arquee la sonrisa
Como un cielo nublado que de pronto se irisa.

¿Por qué has llegado tarde? ¿Por qué has venido ahora
Cuando he sido vencida por llama destructora,
Cuando he sido arrasada por el fuego divino
Y voy, cegada y triste, por un negro camino?

Yo quiero, Dios de dioses, que me hagan nueva toda.
Que me tejan con lirios; me sometan a poda
Las manos del Misterio; que me resten maleza.
Tus labios no se hicieron para curar tristeza.

Para tus labios, agua de una pureza suma.
Para tus labios, copas de cristal y la espuma
Blanquísima de un alma que no sepa de abejas
Ni de mieles, ni sepa de las flores bermejas.

Para tus manos, esas que nunca amortajaron;
Para tus ojos, esos, los que nunca lloraron;
Para tus sueños, sueños como cisnes de oro;
Para que tus pupilas persiguieran mis rastros.

Bienvenida la muerte que al sorberme me dieras;
Bienvenido tu fuego que agosta primaveras;
Bienvenido tu fuego que mata los rosales:
Que todas las corolas se acerquen a tus males.

Oh, tú, a quien idolatro por sobre la existencia,
Oh, tú, por quien deseo renovada mi esencia
¿Por qué has llegado ahora cuando no he de lograr
El divino suplicio de verme deshojar?...

Alfonsina Storni.


SI LA MUERTE QUISIERA

I

Tú como yo, viajero, en un día cualquiera
Llegamos al camino sin elegir acera.
Nos pusimos un traje como el que llevan todos
Y adquirimos sus aspectos, sus costumbres, sus modos.

Hemos andado mucho, sujetados por riendas
Invisibles, los ojos fatigados de vendas.
Tenemos en las manos un poco de cicuta,
Perdimos de la lengua el sabor de la fruta
Y sabemos que un día seremos olvidados
Por la vida, viajero, totalmente borrados.

Y tú y yo conocimos las selvas olorosas...
Y tú y yo no atinamos jamás a cortar rosas.

II

¿Sabes, viajero? Tarde voy haciendo proyectos.
De tentar nuevos rumbos desandando trayectos.
Tengo sed tan salvaje que me quema la boca
Y ansío beber agua que brote de la roca.
Persigo las corrientes para bañar la piel,
Alimentarme quiero de rosas y de miel,
Dormir sobre los musgos, ignorar la palabra,
Y tener dos amigos: un cisne y una cabra.
Si a mi fresco retiro te allegaras un día
Tu viejo escepticismo quizá me encontraría
Sentada bajo el árbol de la Sabiduría.

III

Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte
Y dile que no impida mi camino, de suerte
Que me allegue a la roca, que conozco la gruta,
Que retorne a mis labios el sabor de la fruta.
Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte
Y dile que me deje cortar flores, de suerte
Que mis manos se vean bellamente cubiertas
Por capullos de rosas y por rosas abiertas.

Como ella me dejara, lentamente, viajero,
Coronada de mirtos, bajo sol agorero,
Emprendería marchas hacia el nuevo sendero.

Alfonsina Storni.


NO SIEMPRE LA MISMA RIMA

Acorazado en la piel
No soy yo sino apariencia
Y si me rasgo y me muestro
Ni así soy evidencia

Que todos mis aciertos
Son cartas de paciencia
Baraja caída al suelo
Levantada sin prudencia

En la mesa verdinegra
Hay un juego de demencia
Corto robo arrastro
Del otro lado una ausencia

Así jugaba y perdía
Que perder es una ciencia
A la que uno se habitúa
Sin temor ni violencia

Ahora que el viento arrastra
Las cartas y sus fantasmas
Quedaron mis manos libres
Amanece abro ventanas

José Saramago.


TENGO EL ALMA QUEMADA

Tengo el alma quemada
Por saliva de sapo
Fingiendo que descubro
Tapo

La palabra me infecta
Bajo la piel de apariencia
Pongo remedio seguro
Paciencia

En este mal no se vive
Pero tampoco se muere
Cuando el ave no vuela
Corre

Quien no llega a las estrellas
Las puede ver desde la tierra
Quien no tiene voz para el canto
Berrea

José Saramago.


EL POEMA ES UN CUBO DE GRANITO

El poema es un cubo de granito,
Mal tallado, rugoso, insaciable.
Raspo con él la piel y la negra pupila,
Y sé que por delante
Tengo un rastro de sangre que me espera
En el camino de los perros,
En vez de primavera.

José Saramago.


CAMINÁBAMOS SOBRE LAS AGUAS

Caminábamos sobre las aguas como los dioses,
Y fuimos dioses.
Trazaron nuestras manos todo el arco del cielo,
Y los trazos allí quedaron.
Miramos hoy la obra, cansados arquitectos:
No son nuestros los techos.

José Saramago.

YO LUMINOSO NO SOY

Yo luminoso no soy. Ni sé que exista
Un pozo más remoto, y habitado
Por ciegas criaturas, por historias y asombros.
Si en el fondo del pozo, que es el mundo
Secreto e intratable de las aguas interiores,
Una rueda de cielo ondulado se ensancha,
Digamos que es el mar: como el rápido canto
O sólo el eco, dibuja en el vacío irrespirable
El movimiento de alas. El musgo es un silencio,
Y las culebras de agua se pliegan en el cielo,
Mientras lentas las aves se recogen.

José Saramago.



QUE VENGAN FINALMENTE

Que vengan finalmente las altas alegrías,
Las ardientes auroras, las noches calmas,
Que venga la paz deseada, la armonía,
Y el rescate del fruto, y la flor de las almas.
Que vengan, amor mío, porque estos días
Son de muerte cansada,
De rabias y agonías
Y nada.

José Saramago.

QUIEN DICE TIEMPO

Quien dice tiempo dice lugar
Decir hoy es lo mismo que
Decir aquí donde estamos
Cuando el porqué es porque

Por eso hoy adelanto
Mar hondo futuro monte
En el punto del mañana
La hora del horizonte

Esta certidumbre me viene
De la incertidumbre de los pasos
De los desórdenes del tiempo
De los brazos en otros abrazos

Porque el tiempo y el lugar
No eran ayer entonces
Eran circuitos en torno
Y husos de confusión

Aun el aquí de este ahora
Es de momento parcela
Del lugar cierto y de la hora
Que en el lugar se revela

Por eso hoy adelanto
Mar hondo futuro monte
La hora del mañana
En el punto del horizonte

José Saramago.


jueves, 5 de febrero de 2015

TRANSFUSIÓN

La vida tuya sangre mía abona
Y te amo a muerte, te amo; si pudiera
Bajo los cielos negros te comiera
El corazón con dientes de leona.

Antes de conocerte era ladrona
Y ahora soy menguada prisionera.
¡Cómo luce de bien mi primavera!
¡Cómo brilla en tu frente mi corona!

Sangre que es mía en tus pupilas arde
Y entre tus labios pone cada tarde
Las uvas dulces con que Pan convida.

Y en tanto; flor sin aire, flor en gruta,
Me exprimo toda en ti como una fruta
Y entre tus manos se me va la vida.

Alfonsina Storni.


TÚ ME QUIERES BLANCA

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea.
Tú me quieres blanca.
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuales milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques;
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
De quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

Alfonsina Storni.


PRESENTIMIENTO

Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol,
Purifica y consume.
Pero sin una queja, sin asomo de horror,
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol,
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón.

Alfonsina Storni.


miércoles, 4 de febrero de 2015

ASÍ

Hice el libro así:
Gimiendo, llorando, soñando, ay de mí.

Mariposa triste, leona cruel,
Di luces y sombra todo en una vez.
Cuando fui leona nunca recordé
cómo pude un día mariposa ser.
Cuando mariposa jamás me pensé
Que pudiera un día zarpar o morder.

Encogida a ratos y a saltos después
Sangraron mi vida y a sangre maté.
Sé que, ya paloma, pesado ciprés.
O mata florida, lloré y más lloré.
Ya probando sales, ya probando miel,
Los ojos lloraron a más no poder.
Da entonces lo mismo, que lo he visto bien,
Ser rosa o espina, ser néctar o hiel.

Así voy a curvas con mi mala sed
Podando jardines de todo jaez.

Alfonsina Storni.


CLAROR LUNAR

Lirios, lirios, más lirios..., llueven lirios...
La noche es blanca como la ilusión
y flota la dulzura del perdón
sobre el llanto de todos los martirios.

Hay una vaga claridad de cirios...
La luna es una hostia en comunión
y el alma se recoge con unción
castigada por todos los delirios.

Y es bajo el claro de la luna suave
cuando el poeta que medita sabe
las tristezas enormes de Pierrot.

Y cuando le asesina la agonía
de las nostalgias blancas de María
y las nostalgias rojas de Margot.

Alfonsina Storni.



LO INACABABLE

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

Alfonsina Storni.

VIDA

Mis nervios están locos, en las venas
la sangre hierve, líquido de fuego
salta a mis labios donde finge luego
la alegría de todas las verbenas.

Tengo deseos de reír; las penas
que de donar a voluntad no alego,
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.

El mundo late; toda su armonía
la siento tan vibrante que hago mía
cuando escancio en su trova de hechicera.

Es que abrí la ventana hace un momento
y en las alas finísimas del viento
me ha traído su sol la primavera.

Alfonsina Storni.

LA INQUIETUD DEL ROSAL

El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que las plantas morirán de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.

Alfonsina Storni.

EN LA ISLA A VECES HABITADA

En la isla a veces habitada de lo que somos, hay
noches, mañanas y madrugadas en las que no
necesitamos morir.
Entonces sabemos todo lo que fue y será.
El mundo aparece explicado definitivamente y
nos invade una gran serenidad, y se dicen las
palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra y lo apretamos
entre las manos.
Con dulzura.
Ahí se encierra toda la verdad soportable: el
contorno, el deseo y los límites.
Podemos decir entonces que somos libres, con la
paz y la sonrisa de quien se reconoce y viajó
infatigable alrededor del mundo, porque
mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos lentamente la tierra donde ocurren
milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es de momento la vida.
Que eso nos baste.

José Saramago.

domingo, 1 de febrero de 2015

SI ALGUIEN LLAMA A TU PUERTA

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en su tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa se desangra el día.

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía.

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

Gabriel García Márquez.

CARTA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría "Te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuánto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y tratalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y la sabiduría para expresarlos.
Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan.

Gabriel García Márquez.

HACE ALGÚN TIEMPO

Hace algún tiempo
fuimos todas las películas de amor mundiales,
todos los árboles del infierno.
Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos
a la velocidad del deseo.
Como siempre, la lluvia caía en todas partes.

Hoy nos encontramos en la calle.
Ella estaba con su marido y su hijo;
éramos el gran anacronismo del amor,
la parte pendiente de un montaje absurdo.
Parece una ley: todo lo que se pudre
forma una familia.

Fabián Casas.

AUSENCIA

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges.

AHOCADA

Ahocada por su propio
filo y el desorden
que nunca es presa, es
trmpa del orden, su ingenua
intención de encerrar
en un vaso el océano.
Si se dieran lugar
cediendo como la voz
a la lengua y ésta
al misterio aunque alce
ladrillitos, casa o
nido de intimidad
donde se entienden, uno
a otro así debidos
lo pequeño y lo infinito.
La balanza siempre está
a la vista, allí,
en la risa de un niño
o en el llanto o en el trino
de lo que muere y nace
y sobre todo ¡buen
día! aquí, en la mano
tendida. Intentamos
con la ley poner coto,
afán desmesurado
de ser donde perdemos
nuestro ser por jerarquía.
Está bien, si inmantada
por la fe nos uniera
la vara de esta ley
que separa y ordena,
sostenidos por otro
nos ponemos de pie,
no es la propia boca
aquello que queremos,
sino la intuición
de que lo propio vuelve
sólo desde lo ajeno.
La mañana de invierno
acuna, la palabra
saciada en el silencio
habla, pero no si antes
no pasa por el trueque:
¡lindo día!, ¿un mate?,
hasta la vuelta, siempre.

Diana Bellessi.