lunes, 12 de enero de 2015

MEJOR CALLADOS

¿Y si los huesos crujiesen cuando los gritos
Dentro de la sangre negra se amordazan?
¿Y si los ojos aullasen cuando la lágrima
Gruesa de sal amarga rasga la piel?
¿Y si las uñas convertidas en navajas
Abriesen diez caminos de desquite?
¿Y si los versos doliesen masticados
Entre dientes que muerden el vacío?

(¿Más preguntas, amor? Mejor callados.)

José Saramago.

MAÑANA

Altos los troncos, y en lo alto los cantos:
La hora de la mañana, en nosotros nacida,
Cubre de azul y verde el gesto simple
Con que me das, serena, tu vida.

Confianza de manos, de ojos calmos,
Donde la sombra de la pena y del llanto
Como la noche del bosque se retira:
Altos los troncos, y en lo alto los cantos.

José Saramago.

ESTRELLAS POCAS

Decirte rosa, aurora o agua suelta,
¿Qué otra cosa es sino palabras atrapadas
En el desecho de las lenguas y de las bocas?
Los misterios apenas son lo que parecen,
O no llegan palabras a decirlos:
En la hondura del espacio estrellas pocas.

José Saramago.

TIEMPO DE CRISTAL

Mi camino de chopos, apuntado
Al secreto del huevo y las raíces,
O vara de cristal en manos de fuego
Y grito de barquero a la madrugada:
Larga fue la jornada, y muchas aguas
Fueron charcos parados, cuando ríos
Las fuentes, que eran mías, prometían.
Y barcos encallados se perdieron.

Asentada en la tierra, como campana,
Tañe la vidriera del cielo y nace el mundo:
aguas vivas, libres, ojos de aves
Son las formas del sol en el huevo abierto,
Van navegando los barcos, y las raíces
Firmes en la roca los troncos alimentan:
Bajan brillando al fondo la vara y el fuego
Y el tiempo de cristal sube hasta nosotros.

José Saramago.

CUANDO LOS DEDOS DE ARENA

Cuando los dedos de arena se deshacen,
La dureza de la piedra sólo es memoria
Del gesto inacabado.
Azul de cielo y verde de alga honda,
Veo la playa del mundo, fresca y lisa,
Y el rostro dibujado.

José Saramago.

FLOR DE CACTUS

Flor de cactus, flor que se ha arrancado
A la sequedad del suelo.
Ahí era el desierto, la piedra dura,
La sed y la soledad.
Sobre la palma de espinos, triunfante,
¿Flor, o corazón?

José Saramago.

ES TAN HONDO EL SILENCIO

Es tan hondo el silencio entre las estrellas.
Ni el son de la palabra se propaga,
Ni el canto de las aves milagrosas.
Pero allá, entre las estrellas, donde somos
Un astro recreado, es donde se oye
El íntimo rumor que abre las rosas.

José Saramago.

DESPACIO, VOY BAJANDO

Despacio, voy bajando entre corales.
Abro, disuelvo el cuerpo: fuentes mías
De aguas blancas, secretas, reunidas
Al rocío de las rosas escondidas.

José Saramago.

AL INFIERNO, SEÑORES

Al infierno, señores, al infierno de los hombres,
Donde no hay hogueras, sino desiertos.
Venid todos conmigo, hermanos o enemigos,
A ver si poblamos esta ausencia
Llamada soledad.
Y tú, claro amor, palabra nueva,
Que tu mano no suelte mi mano.

José Saramago.

TODAVÍA AHORA ES LA MAÑANA

Todavía ahora es la mañana, y ya los vientos
sosiegan en el cielo. Poco a poco,
La niebla antigua y densa se levanta.
Rubicundo, el sol abre un camino
En la plata nublada de estas aguas.
Es la mañana, amor mío, la noche huye,
Y en la miel de tus ojos oscurece
Y lo amargo de las sombras y de las penas.

José Saramago.

DONDE

Donde los ojos se cierran; donde el tiempo
Hace resonar la caracola del silencio;
Donde el claro desmayo se disuelve
En el aroma de los nardos y del sexo;
Donde los miembros son lazos, y las bocas
No respiran, jadean violentas;
Donde los dedos trazan nuevas órbitas
Por el espacio de los cuerpos y los astros;
Donde la breve agonía; donde en la piel
Se confunde el sudor, donde el amor.

José Saramago.

EL PRIMER POEMA

Agua, blancura y luz de madrugada,
Y nardos rociados, ojos tardos,
Y lejanos regresos, lentos, vagos,
De espiral que se expande, o nebulosa.
Así diría que el mundo se creó:
Gesto llano de las manos del universo
Con perfumes y auras que presagian,
En otras manos de quimera, otro verso.

José Saramago.

POEMA PARA LUÍS DE CAMOES

Mi amigo, mi asombro, mi candil,
Quién pudiera decirte estas grandezas,
Que yo no hablo del mar, y el cielo es nada
Si en los ojos me cabe.
La tierra basta donde el camino acaba,
La figura del cuerpo es la escala del mundo.
Miro cansado mis manos, mi trabajo,
Y sé, si puede un hombre saber tanto,
Las veredas más hondas de la palabra
Y del espacio mayor que, tras ella,
Son las tierras del alma.
Y también sé de la luz y la memoria,
De las corrientes de la sangre el desafío
Más allá de fronteras y de diferencias.
Y el ardor de las piedras, la dura combustión
De cuerpos golpeados como sílex,
Y las grutas del pavor, donde las sombras
De peces irreales traspasan las puertas
De la última razón, que se esconde
Bajo la niebla confusa del discurso.
Y después el silencio, y la gravedad
De las estatuas yacentes, reposando,
No muertas, no heladas, devueltas
A la vida inesperada, descubierta.
Y después, verticales, las llamaradas
Prendidas en las frentes como espadas,
Y los cuerpos alzados, manos presas,
Y el instante de los ojos que se funden
En la lágrima común. Así el caos
Despacio se ordenó entre las estrellas.

Éstas eran las grandezas que decía
O diría mi asombro, si el decirlas
Ya no fuese este canto.

José Saramago.

ALZO UNA ROSA

Alzo una rosa, y todo se ilumina
Como no hace la luna ni el sol puede:
Serpiente de luz ardiente y enroscada
O viento de cabellos que se mueve.

Alzo una rosa, y grito cuantas aves
El cielo colorean de nidos y cantos,
En el suelo golpeo la orden que decide
La unión de los demonios y los santos.

Alzo una rosa, un cuerpo y un destino
Contra la fría noche que se atreve,
Y con savia de rosa y con mi sangre
Perennidad construyo en vida breve.

Alzo una rosa, y dejo, y abandono
Cuanto me duele de penas y de asombros.
Alzo una rosa, sí, y oigo la vida
En el cantar de las aves en mis hombros.

José Saramago.

DI TÚ POR MÍ, SILENCIO

No era hoy un día de palabras,
Intentos de poemas o discursos,
Ni ningún camino era nuestro.
Para decirnos bastaba un acto sólo,
Y ya que en las palabras no me salvo,
Di tú por mí, silencio, lo que no puedo.

José Saramago.

INTEGRAL

Por un segundo, sólo, no ser yo:
Ser bicho, piedra, sol, u otro hombre,
Dejar de ver el mundo desde esta altura,
Pesar el más y el menos de otra vida.

Por un segundo, sólo, otros ojos,
Otra forma de ser y de pensar,
Olvidar cuanto sé, de la memoria
Nada dejar, ni saberla perdida.

Por un segundo, sólo, otra sombra,
Otro perfil en el muro que separa,
Gritar con otra voz otra amargura,
Cambiar por muerte la muerte prometida.

Por un segundo, sólo, encontrar
En tu cuerpo mudado el cuerpo mío,
Por un segundo, sólo, y no más:
Por desearte más, ya conocida.

José Saramago.

APROXIMACIÓN

Ven mansamente, aérea como ala
O aroma derramado de luar,
En el ardiente rojo de una brasa,
En la ceniza blanda del mirar.

Ven en una danza alada y serpentina,
Salpicada de estrellas y visiones,
En la fuerza indolente del felino,
En el rumor del viento entre las ramas.

Ven, secreto embrujo de otro mundo,
Del que trajiste el espejo en que me veo,
Sumerjámonos los dos hasta lo hondo,
Roto ya el silencio por el deseo.

José Saramago.

AMANECER

Navego en el cristal de la madrugada,
En la dureza del frío reflejado,
Donde la voz ensordece, laminada,
Bajo el peso de la noche y el gemido.

Abre el cristal en la nube desmayada,
Huye la sombra, el silencio y el sentido
De la nocturna memoria sofocada
Por el murmullo del día amanecido.

José Saramago.

METÁFORA

Traigo en las manos una caracola resonante
Donde los vientos del mar se reunieron,
Y de las manos o de la caracola murmurante,
Se esparce en colores y sonido irradiante
La belleza que los ojos te desnudaron.

José Saramago.

FINAL Y NUEVO COMIENZO

No puede ser luar esta blancura,
Ni aves aletean sobre el lecho,
Donde caen los cuerpos fatigados:
Será, de mí, la sangre que murmura,
Serán, de ti, las lunas de tu pecho:
Donde va el cansancio, renovados.

José Saramago.

OPCIÓN

Antes arder al viento como antorcha
En un desierto de sombras y de miedos,
Que ser la dócil rima de tu mote,
Una colilla breve entre tus dedos.

José Saramago.

SONETO RETRASADO

De Marilia señales aquí quedaron,
Que todo son señales de haber pasado:
Si de flores veo el suelo alfombrado,
Fue porque del suelo sus pies las levantaron.

De la risa de Marilia se formaron
Los cantos que yo escucho deleitado,
Y las aguas que corren en este prado
De los ojos de Marilia es que brotaron.

Su rastro siguiendo, voy andando,
Sintiendo ahora dolor, ahora alegría,
Entre uno y otra la vida compartiendo:

Cuando el sol se esconde, la noche fría
Sobre mí baja, y pronto, desdichado,
Tras de Marilia corro, tras el día.

José Saramago.

BALADA

Di la vuelta al continente
Sin salir de este lugar
Interrogué a toda la gente
Como el ciego o el demente
Cuyo sino es preguntar

Nadie me supo decir
Dónde estabas o vivías
(Ya cansados de olvidar
Para morir sólo vivos
Perdían la cuenta a los días)

Tomé mi guitarra
en el umbral me senté
Con el cuenco de limosna
Con pan duro en la alforja
Desengañado canté

Quizá dijese romanzas
O cantigas de encantar
Aprendidas en las andanzas
De las escasas venturas
De quien no supo esperar

Andaban lejos tus pasos
Ni las cantigas oíste
Vivías presa en los lazos
Que hacían otros brazos
En tu cuerpo que desvestiste

Cuánto tiempo me quedé
Sangrándome allí los dedos
Cuántos ayes yo solté
De esta hambre que crié
Ni yo sé ni tú recuerdas
Pues nunca te los conté

Hasta que un día te cansaste
(Era polvo no era monte)
Otro recuerdo dejaste
Y en las aguas de esta fuente
Tu sed viniste a matar
- Oh arcada de mi puente

José Saramago.

ASPA

Sobre el lecho deshecho te derribo,
Donde atizas el deseo que encendí.
A la gloria de tu cuerpo, de mí, subo:
No cantan ángeles, mas del cielo bien cerca,
De un sudor de agonía recubierto,
Todo se cumple en el aspa que elegí.

José Saramago.

PLAYA

Circular, el poema te rodea:
En vueltas apretadas va cercando
Tu cuerpo tumbado en la arena.

Como otra abeja en busca de otra miel,
Del jardín los aromas olvidando,
Desliza el poema sobre tu piel.

José Saramago.

INVENTARIO

De qué sedas están hechas tus dedos,
De qué marfil tus muslos lisos,
De qué alturas llegó a tu andar
La gracia de gamuza con que pisas.

De qué moras maduras se extrajo
El sabor acidulado de tu seno,
De qué Indias el bambú de tu cintura.
El oro de tus ojos, de dónde vino.

A qué mecer de ola vas a buscar
La línea serpentina de tus caderas,
De dónde nace la frescura de esa fuente
Que sale de tu boca cuando ríes.

De qué bosques marinos se soltó
La hoja de coral de tus puertas,
Qué perfume te anuncia cuando vienes
A rodearme de deseo las horas muertas.

José Saramago.

INTIMIDAD

En el corazón de la mina más secreta,
En el interior del fruto más distante,
En la vibración de la nota más discreta,
En la caracola espiral y resonante,

En la capa más densa de pintura,
En la vena que en el cuerpo más nos sonde,
En la palabra que diga más blandura,
En la raíz que más baje, más esconda,

En el silencio más hondo de esta pausa,
Donde la vida se hizo eternidad,
Busco tu mano y descifro la causa
De querer y no creer, final, intimidad.

José Saramago.

UNA SOLA ORACIÓN

Una sola oración hago, pero no a Dios,
Que no sé donde está, si me conoce.
A la memoria de la vida me encomiendo,
Unos dice que fatal, otros creada.
Cuando el Destino no tiene, ni Dios tendría,
Otro poder que no les fuese dado.
Hago pues una oración, y que me la escuche
La sombra que seré, resto y resumen
De cuanto hombre hizo, fue y perdió.
En un gesto ya no mío, tan sólo de abandono,
El brazo que hoy prende ha de caer.
Renazca entonces en la palma que se enfría
El recuerdo de las rosas y de los senos.
Otra herencia no queda que merezca
Que se repartan sus bienes en la eternidad.
El seno es cuanto basta, la rosa sobra
Por memoria de la vida terminada.

José Saramago.

domingo, 11 de enero de 2015

DECLARACIÓN

No, no hay muerte.
Ni esta piedra está muerta,
Ni muerto está el fruto que ha caído:
Les da vida el abrazo de mis dedos,
Respiran en la cadencia de mi sangre,
Del aliento que los ha tocado.
También un día, cuando esta mano se seque,
En la memoria de otra mano perdurará,
Como la boca guardará callada
El sabor de las bocas que ha besado.

José Saramago.

COMPENSACIÓN

Camino de palabras voy abriendo,
Al corazón de las cosas apuntado.
Mas no me pesará el desencanto
Si, en el punto en que se detenga mi arado,
Romo en la piedra que la muerte haya lanzado,
Pudiera aún, con los ecos de este canto,
Del corazón de las cosas apartado,
Mover un corazón, si valgo tanto.

José Saramago.

EN EL SILENCIO DE LOS OJOS

¿En qué lengua se dice, en qué nación,
En qué otra humanidad se ha aprendido
La palabra que ordene el desconcierto
Que en este remolino se ha tejido?
¿Qué murmullo de viento, qué dorados
Cantos de ave posada en altas ramas
En sonido dirán las cosas que, callados,
Con el silencio de los ojos confesamos?

José Saramago.


EN VIOLÍN, FADO

Pongo las manos en tu cuerpo musical
Donde aguardan adormecidos sones.
En silencio comienzo, que presiente
La brusca irrupción del tono real.
Y cuando el alma ascendiendo canta
Recorriendo la escala de los sentidos,
No miente el alma ni el cuerpo miente.
No es culpa nuestra si la garganta
Enronquece y se calla de pronto
En crudas disonancias, en crujidos
Exasperantes de acorde errado.

Si en el silencio en que la canción desfallece
Otro tono se insinúa, recordado,
No tarda en extinguirse, enmudece:
Si fado es lo que canta, el violín se calla.

José Saramago.

DE PAZ Y DE GUERRA

En la mano serena que en un gesto de ola
En estatua musical modela el aire.

En la mano torcida que en un frío de hielo
La pared del tiempo con hondos gritos raya.

En la mano de fiebre que en un sudor de llama
En cenizas va volviendo cuanto toca.

En la mano de seda que en caricia de ala
Hace abrir los sueños como fuentes de agua.

En tu mano de paz, en tu mano de guerra,
Si ya nació amor, la pena anida.

José Saramago.

PESADILLA

Hay un terror de manos en el alba,
Un rechinar de puerta, una sospecha,
Un grito que horada como una espada,
Un ojos desorbitado que me espía.
Hay un fragor de fin y de derrumbe,
Un enfermo que rompe una receta,
Un niño que llora medio ahogado,
Un juramento que nadie acepta,
Una esquina que salta de emboscada,
Un trazo negro, un brazo que repele,
Un resto de comida masticada,
Una mujer golpeada que se acuesta.

Nueve círculos de infierno tuvo el sueño,
Doce pruebas mortales que vencer,
Pero nace el día, y el día recompongo:
Tenía que ser, amor, tenía que ser.

José Saramago.


ESPACIO CURVO Y FINITO

Oculta conciencia de no ser,
O de ser en un estar que me transciende,
En una red de presencias y de ausencias,
En una fuga hasta el punto de partida:
Un cerca que es tan lejos, un lejos aquí.
Un ansia de estar y de temer
La semilla que de ser se sorprende,
Las piedras que repiten las cadencias
De la ola siempre nueva y repetida
Que en este espacio curvo de ti viene.

José Saramago.

LABERINTO

En mí te pierdo, aparición nocturna,
En este bosque de engaños, en esta ausencia,
En la neblina gris de la distancia,
En en largo pasillo de las puertas falsas.

De todo se hace nada, y esa nada
De un cuerpo vivo enseguida se puebla,
Como islas del sueño que entre la bruma
Flota, en la memoria que regresa.

En mí te pierdo, digo, cuando la noche
Sobre la boca viene a colocar el sello
Del enigma que, dicho, resucita
Y se envuelve en los humos del secreto.

En vueltas y revueltas que me ensombrecen,
En el ciego palpar con los ojos abiertos,
¿Cuál es del laberinto la gran puerta,
Dónde el haz del sol, los pasos justos?

En mí te pierdo, insisto, en mí te huyo,
En mí el cristal se funde, se hace pedazos,
Mas cuando el cuerpo cansado se quiebra
En ti me venzo y salvo, en ti me encuentro.

José Saramago.

EN ESTA ESQUINA DEL TIEMPO

En esta esquina del tiempo es donde te encuentro,
Oh nocturna ribera de aguas vivas
Donde los lirios abiertos adormecen
El dolor de las horas corrosivas.

Bogando entre las márgenes de tus brazos,
Los ojos en las estrellas de tu pecho,
Doblo la esquina del tiempo que resurge
Del móvil cuerpo de agua en que me echo.

En la secreta matriz que te modela,
Un pez de cristal suelta delirios,
Y como otro sol se cierne, brillando,
Sobre el agua, las márgenes y los lirios.

José Saramago.

NO ESCRIBAS POEMAS DE AMOR

¿Por qué, Rainer María? ¿Quién le impide
Al corazón amar, y quién decide
Las voces que en el verso se articulan?
¿Qué nos impone la gallina ciega
De sumar infinito a infinito?
La tan larga escalera que subiste
Se ha roto en el vacío, cuando la sombra
Del Otro en los peldaños se repartía.
Al vértigo aéreo de tu vuelo
Opongo yo la dimensión del paso,
Terrestre soy, y de este ser terrestre,
Hombre me digo hombre, poemas hago.

José Saramago.

A TI REGRESO, MAR

A ti regreso, mar, al sabor fuerte
De la sal que el viento trae hasta mi boca,
A tu claridad, a esta suerte
Que me fue dada de olvidar la muerte
Aun sabiendo que la vida es poca.

A ti regreso, mar, cuerpo tendido,
A tu poder de paz y tempestad,
A tu clamor de dios encadenado,
De tierra femenina rodeado,
Cautivo de la propia libertad.

A ti regreso, mar, como quien sabe
De esa tu lección sacar provecho.
Y antes de que la vida se me acabe,
De toda el agua que en la tierra cabe,
En voluntad tornada, armaré el pecho.

José Saramago.

NO ME PIDAN RAZONES

No me pidan razones, no las tengo,
O daré cuantas quieran: bien sabemos
Que razones son palabras, todas nacen
De las mansas falsedades que aprendemos.

No me pidan razones para entender
La marea rebelde que me llena el pecho.
Mal en este mundo, mal con esta ley:
No hice yo la ley ni el mundo acepto.

No me pidan razones, o que las disculpe,
De este modo de amar y destruir:
En la más oscura noche es donde amanece
El color de primavera, el provenir.

José Saramago.

OTOÑO

No es ahora verano, ni me regresan
Los días indiferentes del pasado.
La primavera errada se ha escondido
En un pliegue del tiempo arrugado.
Es todo cuanto tengo, un fruto solo,
Bajo el calor de otoño madurado.

José Saramago.

NEGOCIO

Cuanto en mí es oro no se vende.
El resto despreciado, con el oro,
Se lo he de dar a quien de oro entiende.

José Saramago.

ROMEO A JULIETA

Me voy, amor, mas dejo aquí la vida,
Al calor de esta cama que abandono,
Arenas dispersas que fueron dunas.
Si la noche se hizo día, y con la luz
El negro alejamiento se interpone,
La sombra de la muerte nos reúna.

José Saramago.

HASTA EL FIN DEL MUNDO

Ya es tiempo, Inés, el mundo acaba
En que el amor fue posible y urgente;
La promesa tallada en esa piera,
O se cumple hoy, o todo miente.

José Saramago.

SARCASMO DE DON JUAN EN EL INFIERNO

¿Contra mí, Don Juan, qué puede el infierno,
Qué puede el cielo y todo cuanto hubiere?
Ni Dios ni el diablo amaron nunca
Con ese amor que une hombre a mujer:
De pura envidia premian o castigan,
En lo demás, que crea quien quiera.

José Saramago.

LAMENTO DE DON JUAN EN EL INFIERNO

Del cielo no temí las amenazas
Cuando de la tierra las leyes desafié:
El lugar de los castigos está aquí,
Del cielo nada conozco, nada sé.
El cilicio del Diablo no me ciñe,
Ni la merced de Dios aquí me sigue:
La llama más ardiente es la que finge
Este olor de mujer que me persigue.

José Saramago.

ORGULLO DE DON JUAN EN EL INFIERNO

Bien sé que para siempre: donde caí
No hay perdón o letra de rescate.
Mas fui, cuando viví, la sal de la tierra,
La flor azul, el cetro de escarlata.
Aquí, aun condenado, no he olvidado,
Ni muerto estoy siquiera: vuelvo a ser yo,
En la sangre de mujer que, ardiente, pide
Ese modo de amar que fue el mío.

José Saramago.


INVENCIÓN DE MARTE

Madrugadas de plata sobre campos
De nunca vistas hierbas, donde el viento
Pasa de largo y manso, en un silencio
De esmeraldas eternas. Movimiento
De danza o de luz purificada.
Lentos canales de Marte que me invento
En mi habla humana condenada.


José Saramago.

BARRO DIRÉIS QUE SOY

Barro diréis que soy, si todo al hombre
Otra fisonomía imprime cuando el tiempo
Se demora en el rostro que retoca.
Pero en el barro resiste el filo frío
Donde sangra, venganza de mortal,
El pulgar de Dios que me ahoga.


José Saramago.

CATEDRAL VIEJA DE COIMBA

Aquí donde estas piedras martilleadas
En forma de conjuro y de trampilla,
De estatuas y columnas disfrazadas,
La luz me prometieron, con el pan.
Aquí, donde el silencio más profundo
Bajo el paso del hombre se tornó:
Ni primero aquí hubo ni segundo,
Fue Dios llamado aquí y no habló.


José Saramago.

A UN CRISTO VIEJO

Si puedes cuanto dices, Cristo viejo,
De carcoma mordido, despreciado,
Cubierto de polvo que envenena
De negrura la llaga en tu costado.

Si puedes cuanto dicen, quien te cree
O en esa creencia te lleva maltratado,
Puedes hacer ahora lo que no osan
Los que fingen de amor y de sagrado.

Viene a ser esta misa de otra ley,
La comunión de Cristo y del pecado:
He aquí la fe del poeta que se enfrenta
A tu pasmo de dios desafiado.


José Saramago.

A LOS DIOSES SIN FIELES

Quizá la lluvia lenta, la hora oscura,
O esta soledad no resignada.

Quizá la voluntad que se recoge
En la tarde que cae sin remedio.

Finjo en el suelo marcadas las rodillas,
Y mi imagen dibujo en penitencia.

A los dioses sin fieles invoco y rezo,
Y pregunto a qué vengo y lo que soy.

Prudentes y en silencio oyen los dioses,
Sin un gesto de paz o de rechazo.

Entre las manos lentas va pasando
La criba del tiempo irrecusable.

Una sonrisa, al fin, pasa furtiva
Por sus rostros de humo y polvo hechos.

En las bocas resecas brillan dientes
De roer carne humana desgastados.

Tan sólo la sonrisa recompensa
El cuerpo arrodillado en que no estoy.

Anochece por fin, los dioses muerden,
Con sus dientes de niebla y de verdín,
La respuesta que al labio no llegó.


José Saramago.

jueves, 8 de enero de 2015

CUANDO LOS HOMBRES MUERAN

Señal de Dios no fue, que Dios no existe
(O si existe, vive lejos y nos engaña),
Pero la gaviota que me sobrevoló
Y el grito que lanzó,
Fue una señal de vida no humana.
¿Recuerdo sería de otras eras
Sin hombre todavía,
Sólo promesa?
¿O presagio sería?

José Saramago.

APRENDAMOS EL RITO

Pon en la mesa el mantel adamascado,
Trae las rosas más frescas del jardín,
Echa vino en la copa, corta el pan,
Con el cuchillo de plata y de marfil.

Alguien ha venido a sentarse a tu mesa,
Alguien a quien no ves pero presientes.
Cruza las manos en el regazo, no preguntes:
En las preguntas que haces es donde mientes.

Prueba después el vino, come el pan,
Rasga la palma de tu mano con el tallo agudo,
Lleva las rosas a tu frente, cubre los ojos,
Cumpliste el ritual, lo sabes todo.

José Saramago.


LOS INQUIRIDORES

El mundo está cubierto de piojos:
No hay palmo de tierra del que no chupen,
Ni secreto de alma que no acechen
Ni sueño que no muerdan ni perviertan.

En sus lomos peludos se divierten,
Siendo amenazas, todos los colores:
Los hay castaños, verdes, amarillos
Los hay negros, rojos y grisáceos.

Y todos se encarnizan, comen todos,
Acordes y voraces en su intento
De dejar, como restos de banquete,
En en erial terrestre huesos mondos.

José Saramago.

POEMA A BOCA CERRADA

No diré:
Que el silencio me ahoga y me amordaza.
Callado estoy, callado he de quedarme,
Que la lengua que hablo es de otra raza.

Palabras consumidas se acumulan,
Se estancan, aljibe de aguas muertas,
Agrias penas en limos transformadas,
Raíces retorcidas en el fango del fondo.

No diré:
Que ni siquiera el esfuerzo de decirlas merecen
Palabras que no digan cuanto sé
En este retiro en que no me conocen.

No sólo barros se arrastran, no sólo lamas,
No sólo animales flotan, muertos, miedos,
Túrgidos frutos en racimos se entrelazan
En el oscuro pozo de donde suben dedos.

Sólo diré,
Crispadamente recogido y mudo,
Que quien se calla cuanto me callé
No se podrá morir sin decir todo.

José Saramago.


PREMONICIÓN

Muerto, absorto y exhausto en el regazo,
Un rastro de sombra de mástil
O filo de quilla que cae atravesado
De la isla: reverso de la luz, de la tersa
Columna que rompe del vientre, laguna
Salobre que sobra del mar, o culebra
Cortada según el agujero, o boca de saco
Atada en el fondo. O letra trazada.
Absorto y exhausto y muerto en el regazo,
Pongo la sombra del mástil o su rastro
A lo largo del cuerpo y del cansancio.

José Saramago.

TESTAMENTO ROMÁNTICO

A versos yo convoco cuantas voces
En gargantas humanas ya pasaron
Desde el grito, primero articulado.

Cuando la voz personal se va a callar,
Tome lugar el coro en el vacío
De la ausencia del hombre, aquí firmado.

José Saramago.

ANIVERSARIO

Padre, que no conocí (pues conocer no es
Este engaño de días paralelos,
Este tocar de cuerpos distraídos,
Estas palabras vagas que disfrazan
El muro infranqueable):
Ya nada me dirás, y no pregunto.
Miro en silencio la sombra invocada
Y acepto el futuro.

José Saramago.

LAS PALABRAS SON NUEVAS

Las palabras son nuevas: nacen cuando
Al aire las lanzamos en cristales
De suaves o duras resonancias.

Iguales a los dioses, inventando
En la soledad del mundo estas señales
Como puentes que ciñen las distancias.

José Saramago.

HA DE HABER

Ha de haber un color por descubrir,
un juntar de palabras escondido,
Ha de haber una llave para abrir
La puerta de este muro desmedido.

Ha de haber una isla más al sur,
Una cuerda más tensa y resonante,
Otro mar que nade en otro azul,
Otra altura de voz que mejor cante.

Poesía tardía que no llegas
A decir la mitad de lo que sabes:
No callas, cuando puedes, ni reniegas
De este cuerpo casual en que no cabes.

José Saramago.

CIRCO

Poeta no es nadie, es sólo un bicho
Que de la jaula o la prisión se escapó
Y anda por el mundo a volteretas,
Recordadas del circo que inventó.

Echa al suelo la capa que lo cubre,
Hace del pecho tambor, redobla y salta,
Es oso bailarín, es mono sabio,
ave tuerta de pico y zanquilarga.

Toca al fin la charanga del poema,
Timbales y fagot, notas rascadas,
Y porque es bicho, bicho se queda,
Cantando a las estrellas apagadas.

José Saramago.

TAN SÓLO UN ZUMBIDO

Cae la mosca en la tela. Las finas patas
De la araña recogida se estiran,
Y en sus antenas golosas, entre hilos,
El zumbido enronquece, y se para, súbito.

Lo que vivió ha muerto. Abandonado
Al balanceo del viento, el cuerpo seco
Cuenta la cuenta del tiempo que me arrastra
En un capullo de estrellas sofocado.

José Saramago.

MEDIAS SUELAS

Bien sé que las medias suelas que le eché
A las botas ajustadas no resisten
Calzada del tiempo que recorro.

Quizá parado las botas me durasen,
Pero quieto quién puede, aun viendo
Que es por esta caminada por lo que muero.

José Saramago.


miércoles, 7 de enero de 2015

DEL CÓMO Y DEL CUÁNDO

¿Y cuándo no se callan las protestas
De la sangre comprimida en las arterias?
¿Y cuándo en la mesa quedan restos,
Dentaduras postizas y miserias?

¿Y cuándo los animales tiemblan de frío,
Mirando la sombra nueva de castrados?
¿Y cuándo en un desierto de escalofrío
En nuestra contra jugamos cartas y dados?

¿Y cuándo nos cansamos de preguntas,
Y respuestas no tenemos, ni gritando?
¿Y cuándo a las esperanzas aquí juntas
No sabemos decir cómo ni cuándo?

José Saramago.


VÉRTIGO

No va el pensamiento a donde el cuerpo
No va. Emparedado entre rocas,
Hasta el propio grito se contrae.
Y si el eco remeda una respuesta,
Son cosas de la montaña, son secretos
Guardados entre las patas de una araña
Que teje su tela de miseria
Sobre la piedra suspendida de la cuesta.

José Saramago.

martes, 6 de enero de 2015

EXTRACTO DE "LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIA"

(...) Había una mujer muy hermosa que fascinaba a D'Ardelo. De vez en cuando, Quaquelique se dirigía a ella con un comentario del todo trivial, sin interés, nulo, pero tanto más agradable por cuanto no exigía respuesta inteligente alguna, ninguna agudeza. Al cabo de un rato, compruebo que Quaquelique ya no está. Intrigado, me pongo a observar a la mujer. D'Ardelo suelta una de sus frases ingeniosas, sigue el silencio de unos cinco segundos, luego suelta una carcajada y, tras otros tres segundos, los demás le imitan. En este instante, protegida por la cortina de la risa, la mujer se aleja hacia la salida. D'Ardelo, adulado por el eco que sus palabras han provocado, sigue con sus exhibiciones verbales. Algo más tarde, se da cuenta de que la hermosa mujer ya no está. Y no puede explicarse su desaparición porque lo ignora todo de la existencia de un tal Quaquelique. No ha entendido nada, y aún hoy no entiende nada acerca del valor de la insignificancia.
(...) Es algo más que inutilidad. La nocividad. Cuando un tipo brillante intenta seducir a una mujer, ésta tiene la impresión de entrar en una competición. Ella también se siente obligada a deslumbrar. A no entregarse sin resistencia. Mientras que la insignificancia la libera. La descarga de precauciones. No exige ninguna agudeza. La despreocupa y, por tanto, la hace más fácilmente accesible. (...)

Milan Kundera.

EPITAFIO PARA LUIS DE CAMOES

¿Qué sabemos de ti, si tan sólo dejaste versos,
Qué memoria quedó en el mundo que viviste?
¿Del nacer al morir ganaste cada día
O perdieron tu vida los versos que escribiste?

José Saramago.

RITUAL

Si el altar es poema, sacrificio.
En la piedra de luna que es el verso
Cobra filo el cuchillo de lo vivo.
Aquí vendré de rodillas. No rechazo
Al ciervo de los prados de mi sueño
Ni al dardo violento que lo alcanza.
Sin leña gruesa no hay fuego,
Aunque las manos de la luz acaben sucias
De apagadas cenizas de palabras.

José Saramago.

DESTINO

Hago en el suelo un trazo, junto al agua:
No tarda la marea en alisarlo.
Así es el poema. Es común suerte
Que arenas y poemas tanto valgan
Al vaivén de la marea, al ven ven de la muerte.

José Saramago.

DÍA NO

De paisajes mentirosos
De luar y alboradas
De perfumes y de rosas
De vértigos simulados
Que el poema se desnude
De esas ropas prestadas
Sea seco sea rudo
Cual piedras calcinadas
Que no hable de corazón
Ni de cosas delicadas
Que diga no cuando no
Que no finja mascaradas
Que de vergüenza se aleje
Si las mejillas siente mojadas
Que para sus gritos escoja
Los oídos más tapados
Y cuando hable de mí
Con palabras amargadas
Que el poema sea así
Puertas y calles cerradas

Ah qué saudades del sí
En estas rimas desoladas.

José Saramago.