Aquí donde estas piedras
martilleadas
En forma de conjuro y de
trampilla,
De estatuas y columnas
disfrazadas,
La luz me prometieron, con el
pan.
Aquí, donde el silencio más
profundo
Bajo el paso del hombre se tornó:
Ni primero aquí hubo ni segundo,
Fue Dios llamado aquí y no habló.
José Saramago.
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