Del cielo no temí las amenazas
Cuando de la tierra las leyes desafié:
El lugar de los castigos está aquí,
Del cielo nada conozco, nada sé.
El cilicio del Diablo no me ciñe,
Ni la merced de Dios aquí me sigue:
La llama más ardiente es la que finge
Este olor de mujer que me persigue.
José Saramago.
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