domingo, 11 de enero de 2015

A LOS DIOSES SIN FIELES

Quizá la lluvia lenta, la hora oscura,
O esta soledad no resignada.

Quizá la voluntad que se recoge
En la tarde que cae sin remedio.

Finjo en el suelo marcadas las rodillas,
Y mi imagen dibujo en penitencia.

A los dioses sin fieles invoco y rezo,
Y pregunto a qué vengo y lo que soy.

Prudentes y en silencio oyen los dioses,
Sin un gesto de paz o de rechazo.

Entre las manos lentas va pasando
La criba del tiempo irrecusable.

Una sonrisa, al fin, pasa furtiva
Por sus rostros de humo y polvo hechos.

En las bocas resecas brillan dientes
De roer carne humana desgastados.

Tan sólo la sonrisa recompensa
El cuerpo arrodillado en que no estoy.

Anochece por fin, los dioses muerden,
Con sus dientes de niebla y de verdín,
La respuesta que al labio no llegó.


José Saramago.

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